En caso de tener un contrato vigente en tiempos de COVID-19 es importante hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué tipo de contrato tengo? ¿Cuál es mi obligación en el Contrato? ¿Cuál es la legislación aplicable al Contrato? ¿Cuál es la jurisdicción aplicable? ¿Cuándo suscribí el Contrato? ¿Existen cláusulas excluyentes de responsabilidad? ¿Existe cláusula de caso fortuito y/o fuerza mayor en el Contrato? ¿Cuáles son los requisitos de la cláusula de caso fortuito y/o fuerza mayor? ¿Cumplo con los requisitos? ¿Estoy imposibilitado para cumplir con mi obligación contractual? ¿Qué me lo imposibilita? ¿Eso que me lo imposibilita es imprevisible? ¿Está fuera de mi control? ¿Tengo algún seguro vinculado a mi contrato? ¿La jurisdicción bajo la cual se regula el contrato contempla disposiciones relativas a la teoría de la imprevisión? ¿Han cambiado sustancialmente las condiciones bajo las cuales celebré el contrato con motivo de un acontecimiento extraordinario no previsible que pudiera generar que mis obligaciones sean más onerosas? ¿Cuáles son los procedimientos establecidos por el Contrato y la legislación aplicable para solicitar la suspensión, modificación o terminación de mis obligaciones?
Sobre las respuestas a dichas preguntas se podrá construir la consecuencia jurídica procedente respecto al Contrato. Es importante destacar que cada relación contractual es específica, motivo por el cual las interrogantes pueden variar.